miércoles, 21 de mayo de 2008

1963: Crisis de los misiles, Ciclón Flora y Keneddy


Yo pertenezco a la generación de los 60; nací justo después de dos acontecimientos que conmocionaron a Cuba y el mundo. Era el año 1963; un año muy "movido" en plena "Guerra fría"; y estando mi madre embarazada, Cuba due azolada por uno de los ciclones más devastadores que han pasado por la isla; el ciclón Flora.
Justo después de haber sobrevivido a la "Crisis de los Misiles"; llegó el Flora, y se ensañó con la "Provincia de Oriente"; dicen algunos que el Cauto (http://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%ADo_Cauto llegó a medir 100km de ancho, y recogió tantos sedimentos en su reirada, que perdió la poca navegabilidad que tenía. Recomiendo que lean el libro "Vórtice", una novela corta, de cuyo autor no me recuerdo; pero que narra de manera exitante los sucesos vividos durante el paso del ciclón por la región más oriental de Cuba. Yo lo leí cuando tenía unos 15 años, y no tardé más que media hora en terminarlo.
Aun estaba yo en el útero materno, y casi a puto de nacer, y seguían pasando cosas extraordinarias: Como decía antes, sobrevivimos a la "Crisis de Octubre", pasó el ciclón, y nazco; pero en pocos días mataron a Keneddy.. No era yo consciente, de que mi vida estaría marcada por casi todos estos acontecimientos y para siempre. Creo que fue un martes o un miércoles(debo mirar en google), según mi madre a las 3 de la tarde; "cuando mataron a Lola"...

"la escuela al campo y los recuerdos"


Hoy leyendo un texto que archivé hace años, porque me "revolvió la memoria", y después de pensar en ello; he decidido que es hora de "sacar" los recuerdos a pasear. Y como son tantas las "vivencias"; comenzaré por esta que ha marcado mi vida, como imagino que le haya ocurrido a muchas personas de mi generación y de otras.
Antes de empezar a "reflexionar", me atrevo a "tomar prestado" aquello que ha sido la fuente de mi inspiración para meterme en esto.:

«Recordad que el objeto de la educación es formar seres aptos para gobernarse a sí mismo, y no para ser gobernados por los demás.»

SPENCER

La Escuela al Campo
Por María Argelia Vizcaíno

V.- Conclusión

El experimento de «La Escuela al Campo» al parecer no rindieron los frutos económicos que el gobierno deseaba, por el contrario, disminuyó la producción y las técnicas de cultivos fueron seriamente dañadas, pero esto bien poco importó a los comunistas, ellos había logrado el principal propósito: alejar a los adolescentes de la influencia de los padres, subyugarlos a su voluntad y lavarles el cerebro.

Por eso, en la década de 1970, comenzaron el proyecto más acariciado: tener todas las escuelas en el campo. Sin dejar de llevar «la escuela al campo», comenzaron a fabricar «las escuelas en el campo», y valga la redundancia. O sea, que los estudiantes vivirían en el colegio todo el curso escolar, los padres no irían de visita semanalmente a supervisar cualquier irregularidad, sino que los muchachos son los que salen de pase el sábado y regresan los domingos. Después, no les quedó más remedio que permitir que algunos de los padres fueran los miércoles una hora en la noche. Los hijos al recibirlos, sin ni siquiera saludarlos y saber cómo estaban, todos les hacían la misma pregunta: ¿qué trajiste de comida?.

Las «escuelas en el campo» no tienen mucha diferencia con las que ya les hemos relatado, a no ser en las condiciones de la edificación, un poco más agradable a la vista, con aulas para las clases, electricidad, campos deportivos, pero la falta de higiene y la mala alimentación son basadas en el mismo patrón, casi siempre faltaba el agua o si no los ingredientes para limpiar. Además de los «mira huecos» o «rescabuchadores», que se hicieron más populares en estas escuelas en el campo que tenían albergues mixtos.

Siempre he sentido pena por la juventud y la niñez de Cuba comunista, los que más sufren la ineptitud del sistema y su constante represión, a la edad que en la mayoría de los países libres están llenos de ilusiones y sueños, cuando se comienza a labrar el futuro y disfrutar de la independencia que ofrece el capitalismo, —aunque algunos no la sepan interpretar correctamente.

Me duele que todavía en mi país se abuse de esta forma de los niños y jóvenes para colmo, la prensa controlada castrista tuvo el cinismo de publicar que en el curso escolar de 1996-97, 700,000 niños de primaria irían a la escuela en el campo para cumplir con las labores de la limpia y siembra de la caña de azúcar, que son niños menores de 12 años. Cada día recrudecen las metas y bajan más la edad para mandarlos a trabajar, ya hasta los niños de primaria son expuestos a trabajos tan abusivos, y ninguna organización mundial de las que se dedican a vigilar la explotación de la niñez ha acusado tan denigrante sistema en Cuba.

A algunos niños y jóvenes que los padres pudieron sacar al exterior a tiempo, librándolos de semejante atropello, los he escuchado muchas veces quejarse de lo que sufrieron en el exilio, acusando a sus progenitores por ésto sin embargo, debían estar eternamente agradecidos de haberlos librado de este horror, y de muchos otros que allí han padecido sus compatriotas.

La escuela ‘al’ campo y ‘en el’ campo nos prueba una vez más, que los comunistas son unos mentirosos consuetudinarios, que las maravillas de la educación es un mito, y el cacareado estudio gratuito ha sido un cuento más de los que ellos acostumbran a hacer, porque se lo sacan al estudiante con creces.

Me contó Ana María Mirabales que en la década de 1980, en el interior de la isla en los pueblos pequeños como el de ella (Guayos, Las Villas) se quitó los preuniversitarios y el que quería estudiar una carrera universitaria, tenía que ir obligatoriamente a la ‘escuela en el campo’. No bastándole ésto, después de graduarse de la universidad trabajosamente o de un curso técnico, los hacen cumplir dos años de servicio social en el campo (siempre el campo) lo que se llama el pos-graduado que a veces es más tiempo, para ganarte más adelante un puesto de trabajo donde lo dispusiera el gobierno. Muchas veces el empleo único que consiguen no tiene nada que ver con lo que estudiaron, mucho menos independizarse y tener esperanza de poner un negocio propio, pues el dueño de todo es el Partido Unico y su guía.

Ya a finales de la década de 1980 a los estudiantes de los preuniversitarios los separaban o expulsaban si no participaban del plan La escuela al Campo. Para estos casos aplican la resolución 715, que bien claro obliga a los que no laboran gratuitamente en el campo no pueden seguir estudiando, por eso se ha repetido hasta el cansancio La Universidad es para los revolucionarios.

Si a los niños y jóvenes de la Cuba Castrista se le hubiera dado la opción de escoger, nunca estuvieran pagando por sus estudios con el agobiante trabajo en la agricultura y reclamarían una enseñanza verdaderamente gratuita como se instituyó en la era de Cuba republicana antes de 1959. Leer lo que quieran, escribir lo que les inspire, creer lo que sientan, hablar sin miedo, pensar e ir a donde les plazca, soñar con un futuro mejor, tener ilusiones propias de la edad, todo esto está vetado desde que Castro llegó al poder por eso, es que pierden la dignidad, porque se les humilla obligándolos bajo la voluntad de lo único que autoriza el poder totalitarista. Con este sistema los padres pierden su Patria Potestad, pues no pueden decidir qué es lo mejor para sus hijos, ni prohibir siquiera que los abusen física y sicológicamente. Véase específicamente los artículos 35 y 38 de la Constitución socialista, en sus capítulos IV "Familia" y V "Educación y Cultura" y en el 39 incisos a y c. Se pueden revisar además los estatutos de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y las disposiciones del Código Penal y Código de la Niñez y la Juventud, por si fuera poco se viola de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la que Cuba es firmante, especialmente el artículo 26 inciso 2.

Concluyendo. Mi amigo Tony, terminó el primer año increíblemente con «ladillas», mi cuñada Teresa regresó picada de chinchas, y yo además de amebas en los intestinos, tuve hongos en los oídos y se me reventó la cabeza por el polvo de DDT que me pusieron para combatir la epidemia de piojos que se desató, algo inadmisible para mi madre, que siendo campesina por naturaleza nunca los conoció antes de que Castro tomara el poder, además, de que jamás trabajó la tierra, porque eran labores para los hombres solamente. Esto también prueba dos cosas más, primero, que las mujeres no eran tan avasalladas por los capitalistas como nos decían en las escuelas castristas y como son humilladas bajo su yugo, y segundo, que en salud pública ellos también les han tomado el pelo a los ingenuos o a los desconocedores de la verdad.

Desde antes de Fidel, el estudio fue gratuito en toda Cuba, hasta en los últimos rincones del campo, como donde vivía mi madre, —aunque tenía que caminar 4 Km— allí le regalaban la merienda. Nunca le exigieron, ni siquiera le pidieron, que limpiara la escuela, mucho menos que hiciera trabajos agrícolas. Esto lo repito para aquellos que como yo, tuvieron la desgracia de ser educados bajo los dogmas marxistas, que la verdadera historia se cambió a su conveniencia, y no han tenido la oportunidad de enfrentarse con la realidad.

Siento mucho que todavía no existan libros que hablen de estos lamentables hechos. Es algo ilógico que a través de tantos años se vea todo esto como algo natural y hasta maravilloso, cuando ha sido apabullante, desquiciante y brutal.

Con las ‘escuelas en el campo y al campo’ pasa lo mismo que con el Servicio Militar Obligatorio, se pueden llenar largos tomos de historias increíbles, de niños que perecieron por negligencias, por falta de atención médica, por los abusos y los excesos cometidos. Algún día tienen que ser registrados por la historia. No pueden quedar en el silencio eterno.-